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11 de septiembre de 2013

Poesía: Un prisionero, de Pushkin.



 Estoy tras de las rejas en húmeda prisión. 
Mi compañero triste, criado en cautiverio, 
es un águila joven que sacude sus alas 
y pica en mi ventana su sangrienta ración. 

       Luego la arroja y mira a través de los cristales 
como si tramara lo mismo que yo 
y me llama con su mirada y con su grito 
como diciendo: “Huyamos... echemos a volar... 

       Somos pájaros libres: es hora, hermano, ya. 
Volemos a las cumbres, más allá de las nubes; 
allá donde se ve la ribera del mar 
allá donde habitamos, tan sólo el viento y yo”. 

Alexander Pushkin, 1822.

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